Les
enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: "Escuchad.
Una vez salió un sembrador a sembrar semillas. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo
largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en
terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener
hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se
secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no
dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose,
dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento." Y decía: "Quien tenga oídos para oír, que
oiga."
Reflexión: La
parábola del sembrador, es quizás la palabra de Dios, que interpretada a la luz
del espíritu santo, nos puede hacer reflexionar
en cuanto a la forma más fácil de saber cuanto hemos dejado a Dios
sembrar su semilla en nuestro corazón y el alma, y en que estado esta semilla
actualmente:
En el primer estado: No
tenemos la semilla de la palabra de Dios es nuestros corazones por que la
semilla cayo a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron, cayó en
terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener
hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se
secó. Cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
Esto
sucede cuando sabemos que Dios existe y debemos seguirle, pero nuestras
ocupaciones del mundo, nos absorben. Y no nos permiten entender que lo del
mundo como las cosas materiales y apegos se acaban por que no son eternos.
En el segundo estado: Tenemos
la semilla de Dios en nuestro corazón por que es tierra buena y, esta creciendo,
desarrollándose, y dando frutos al treinta, sesenta, o quizás al ciento por
ciento."En
este estado ya nos hemos dado cuenta, que el mundo, la carne y todas sus cosas
son pasajeras; todo esto pertenece al reino de satanás. Lo único que es eterno
y por lo que hay que luchar son las cosas espirituales que son del alma y esta
pertenece a Dios y su reino.
Si
estamos en el primer estado donde la semilla de Dios no ha dado fruto, hemos
escogido las tinieblas, por la luz, la maldición por la bendición, estamos
andando por los caminos del mal, rechazando los caminos del bien. Hemos
renunciado a Dios como nuestro señor. Hemos aceptado a Satanás como sembrador
aquí en la tierra. Y al final para la vida eterna, desde la tierra ya estamos
rechazando el cielo y acercándonos cada vez más al infierno. Pero mientras
estamos vivos podemos cambiar del sembrador satanás, y buscar las semillas
dadas por Dios. No podemos perder más tiempo.
Si
estamos en el segundo estado, donde hemos aceptado la semilla de Dios en
nuestra vida, y estamos dando fruto, no podemos desfallecer, recordamos que una
semilla, para convertirse en planta y dar frutos, debe estar diariamente regada
y cuidada, de lo contrario la semilla puede germinar, pero no llegara muy lejos
si el sembrador no la cuida. Si ya estamos dando un fruto al 30% o más,
recordemos que debemos llegar a dar el 100%. Y los que están dando el 100%
deben mantenerse y ayudar a los que todavía no tienen la semilla de Dios en sus
corazones y el alma, o ya lo encontraron y vienen subiendo en el amor y entrega
total de su alma y espíritu a Dios.
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