3/9/11

El Hijo del Hombre es dueño de Todo


Evangelio según San Lucas 6,1-5.
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Reflexión del santo Evangelio

Como hijos de Dios somos dueños de todos sus favores, gracias, bendiciones, y todo lo que podamos imaginar que nos puede dar Dios, un Padre no lo niega nada a sus Hijos. Al decir el evangelista San Lucas en este pasaje “El hijo de  Dios es dueño del sábado” - también está expresando somos dueño de todo, por que lo que es del padre por derecho propio le pertenece al Hijo.

Pero lo únicos que elegimos los favores de Dios somos nosotros, decidimos la bendición o la maldición, el bien o el mal, la luz o la oscuridad, la felicidad o la tristeza, el amor o el odio,  la venganza o el perdón, la riqueza o la pobreza, la tranquilidad o intranquilidad, la certidumbre o incertidumbre.
Dios es tan misericordioso y respetuoso que no, nos  impone las cosas, simplemente nos deja escogerlo a él o las cosas contrarias que son las del maligno.

La historia del hijo prodigo muy conocida, refleja esta realidad, abandona a su padre para seguir las cosas del mundo, una vez habiendo perdido y malgastado todo, se da cuenta que en la casa de su padre no le faltaba nada y regresa arrepentido. A cuantos nos está pasando esta historia del hijo prodigo, Dios con una despensa llena y nosotros pasando hambre por estar empeñados en seguir las cosas que nos ofrece el mundo y no haber dado un espacio para las cosas de Dios, que al final debería ser lo más importante, ya que las cosas materiales se quedan y nosotros nos vamos para la vida eterna.

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